(En busca del tiempo perdido 02) A la sombra de las muchachas en flor by Marcel Proust

(En busca del tiempo perdido 02) A la sombra de las muchachas en flor by Marcel Proust

Author:Marcel Proust
Language: es
Format: mobi
Tags: nonfiction
Published: 2011-08-18T22:00:00+00:00


SEGUNDA PARTE

El médico de Balbec, a quien llamamos con motivo de un acceso de fiebre que tuve,estimó que no debía pasarme todo el día a la orilla del mar y a pleno sol con aquellos calores tan grandes, y escribió unas cuantas recetas farmacéuticas de cosas que yo había de tomar; mi abuela —cogió las recetas con aparente respeto, en el que yo discerní en seguida su firme propósito de no encargar ninguna de aquellas medicinas; pero en cambio tuvo muy en cuenta el consejo higiénico y aceptó el ofrecimiento de la señora de Villeparisis, que se brindó a llevarnos de paseo en su coche. Yo me pasaba el tiempo hasta que llegaba la hora de almorzar yendo y viniendo de mi cuarto al cuarto de la abuela. Este cuarto no daba frente al mar como el mío; tenía vistas a un rincón del dique, a un, patio y al campo; el mobiliario era también distinto, y había unos sillones bordados con filigranas metálicas y florcitas de color rosa, de las que parecía salir el olor fresco y grato que notaba uno al entrar en aquella habitación. En ese momento del día diferentes rayos de luz, que venía cada cual de una dirección, y al parecer de una hora distintas, quebraban los ángulos de las paredes y ponían encima de la cómoda, junto a un reflejo de la playa, un altarito de mayo todo salpicado de colorines, como las flores del camino; posaban en la pared las dos alas plegadas, trémulas y tibias, de una claridad siempre dispuesta a emprender el vuelo, o iban a calentar, como un baño, el cuadradito de alfombra provinciana que caía delante de la ventana del patio, y que estaba, festoneado de so? como una parra, y realzaban el encanto y la complejidad de la decoración mobiliaria. quitando a los sillones su corteza de seda florida y su pasamanería; de modo que aquella habitación que atravesaba Yo un momento antes de ir a vestirme para salir de paseo parecía un prisma que descomponía los colores de la luz exterior, una colmena donde se hallaban disociadas aún, desparramadas, visibles y embriagadoras, las mieles de la tarde que iba a disfrutar, o un jardín de la esperanza que se disolvía en rayos de plata y pétalos de rosas; pero lo primero que yo hacía era descorrer los visillos de mi balcón, con objeto de enterarme de cuál era el mar que estaba aquella mañana jugueteando, como una nereida en la tierra costeña. Porque cada uno de estos mares no estaba allí más que un día. Al siguiente ya había otro, muchas veces parecido. Pero nunca vi el mismo dos veces.

Los había de tan rara belleza, que al verlos se redoblaba aún mi placer por la sorpresa. Qué privilegio gozaba una determinada mañana sobre las demás, para que el balcón, al entreabrirse, descubriera a mis maravillados ojos a la ninfa Glauconómena, cuya perezosa hermosura y muelle respirar tenían la vaporosa transparencia de una esmeralda, a través de la



Download



Copyright Disclaimer:
This site does not store any files on its server. We only index and link to content provided by other sites. Please contact the content providers to delete copyright contents if any and email us, we'll remove relevant links or contents immediately.